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Bacalao: Colesterol y peso bajo control

El pescado es uno de los alimentos esenciales en una dieta sana, variada y equilibrada, y entre los pescados, el bacalao. Detrás de su característico color blanco, se esconde una fuente de proteínas, vitaminas y ácidos grasos Omega 3 que además, por su bajo contenido calórico, nos ayudan a mantener nuestro peso. Y para controlar el colesterol, retira la piel y disfruta del resto de la ración. Bacalao: Colesterol y peso bajo control. Son dos de los motivos saludables para incluir el bacalao, un pescado blanco rico, entre otros, en proteínas, selenio, vitamina D y ácidos grados Omega 3, esenciales en una dieta sana, variada y equilibrada. El bacalao es un pescado ligero, fácil de comer y de digerir, y que además tiene la ventaja de contener hasta 15 veces menos grasas malas que un entrecot. Cuidar nuestra alimentación es, ante todo, invertir en salud. Una dieta en la que no puede faltar el pescado. Descubre los motivos saludables para degustar y disfrutar de un plato cuyo ingrediente principal sea el bacalao. ¿Por qué comer bacalao? De entrada, porque los pescados son esenciales en toda dieta sana, variada y equilibrada. El bacalao, con su característico color blanco, es un alimento nutritivo y sabroso. El bacalao es una importante fuente de proteínas, las cuales además de aumentar el nivel de saciedad, aportan energía y contribuyen a la regeneración de los tejidos. Asimismo, el bacalao es un pescado ligero, bajo en calorías, un buen aliado para mantener nuestra dieta y nuestro peso equilibrado. De hecho, es junto a otras especies como la pescadilla, la raya o el rape, de los que menos porcentajes de grasa tienen, en torno al uno por ciento de su peso. La carne del bacalao es magra, siendo la piel y el hígado donde más grasa se acumula. También es en su piel donde se concentra mayor cantidad de colesterol, por lo que es aconsejable, para mantener los niveles equilibrados, cocinarlo sin piel y acompañarlo de alimentos con fibra, como guisantes o alcachofas. El bacalao fresco contiene un aporte similar de sodio al de otros pescados y carnes, por lo que las personas hipertensas no tienen por qué renunciar a él, siempre y cuando no le añadan sal y procuren cocinarlo acompañado de hortalizas y verduras frescas, frutas desecadas o frutos secos sin sal. Bacalao: Selenio, Omega 3 y vitamina D Son tres los nutrientes que vamos a encontrar en una ración de bacalao. Tal y como explica la Fundación Española del Corazón, el selenio es un mineral que protege a las células de los agentes oxidantes. Una ración de 200 gramos de bacalao nos aporta entre el 60-70% de la cantidad diaria recomendada de este mineral. Por su parte, el aporte de Omega 3 en una ración similar será del 80% de la cantidad recomendada al día. Los ácidos grasos Omega 3, cabe recordar, protegen nuestro corazón y nuestro sistema cardiovascular. ¿Fresco o desecado? Podemos optar por el bacalao fresco –sobre todo en invierno-, congelado, ahumado o por el desecado. En este caso, es importante tener en cuenta el aporte extra de sal. Si vamos a tomar bacalao desecado, ese día se deben evitar otros alimentos con demasiado contenido en sal. En el caso de problemas de tensión o de retención de líquidos, antes de tomarlo, se debe desalar de manera rigurosa. ¿Cómo desalar el bacalao? Lo primero, lavarlo en agua fría. A continuación, sumergirlo en agua durante 24 horas –el agua se debe cambiar cada ocho horas aproximadamente-. Si transcurrido ese tiempo, sigue estando salado –se puede probar-, se dejará más tiempo en remojo.
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